domingo, 30 de mayo de 2010

Historia de dos ciudades


Acabo de concluir la lectura de "Historia de dos ciudades", de Charles Dickens (Alianza Editorial, bolsillo, 592 páginas).

Es el año 1775. Hay muchos problemas en la campiña francesa. Es obvio que a la gente allá no le gusta pasar hambre y pagar muchos impuestos. Cosa que no debe sorprendernos.

Al inicio de la novela un caballero británico muy fino y cortés viaja al corazón de París. Tiene una misión muy diferente. Hace dieciocho años un médico francés fue encarcelado sin aviso ni proceso. Lo encerraron en la peor de las prisiones, la Bastille. Tras casi dos décadas fue liberado, otra vez sin explicación, y ahora se queda con un viejo sirviente suyo, Ernst Defarge. Lo que busca el Sr. Lorry (el británico) es llevar al médico francés a Inglaterra para que pueda vivir en paz con su hija.

El Dr. Manette es libre pero sigue siendo un hombre quebrado. Pasa sus días haciendo zapatos y andando de un lado al otro en su habitación oscura. Como está tan acostumbrado al espacio de una celda y no puede entender que puede salir de su habitación, parece que el Dr. Manette está condenado a una vida lamentable. Afortunadamente para él (y para el Sr. Lorry también), tiene la hija más perfecta del mundo. Lucie, la niña que dejó hace dieciocho años ya es un rubio sol sonriente. Todo lo que toca se convierte en oro y va a necesitar cada onza de su talento para sanar a su padre. Por supuesto, logra llevar al Dr. Manette al mundo cotidiano. No lo dudábamos.

Cinco años después (1780 para aquellos que llevan la cuenta) el Dr. Manette es un hombre nuevo. Ha vuelto a ejercer la medicina. Él y Lucie viven en una casita en Soho. No tienen mucho dinero (el efectivo del Dr. Manette fue confiscado en Francia) pero Lucie trae felicidad a sus vidas. También han adoptado al Sr. Lorry como tío sustituto.

Retomando el hilo en 1780, el Dr. Manette y Lucie han sido llamados como testigos en un proceso de traición. Acusaron a un joven llamado Charles Darnay de proveer al gobierno francés con información secreta. Los procesos ingleses en aquella época son una especie de farsa. Dickens se entretiene burlándose de los "estimados" miembros del tribunal. Gracias al testimonio conmovedor de Lucie y un poco de trabajo rápido de un hombre que se parece mucho a Charles Darnay, Charles es absuelto.

Una vez libre, Charles Darney se da cuenta inmediatamente de la perfección de Lucie. Va a visitarla a casa de los Manette casi todos los días. El hombre que se parece a Charles es un tipo de dudosa reputación pero muy amable que se llama Sydney Carton. A él también le gusta Lucie. Si Charles es brillante y bueno y perfecto, Sydney no tiene ninguna de esas cualidades, más bien tiene una baja autoestima.

Sydney ama a Lucie con todo su corazón pero está convencido de que no la merece, y que no la merecerá nunca. ¿Qué hace? Bueno, le dice exactamente por qué ella no lo podría querer jamás. Ella está de acuerdo, cosa que no nos sorprende. Le gustaría ayudarlo a hacerse una mejor persona pero el prefiere sumirse en su miseria. Eso es lo que hace en la vida.

Charles, en cambio, tiene una mejor suerte. Se casa con Lucie. El día de su boda le cuenta un secreto a su suegro, el Dr. Manette: que en realidad es un aristócrata francés disfrazado. De hecho, es un aristócrata muy particular: el Marqués de Evrémonde. Como todo en una novela de Dickens debe caber en un patrón nítido, no debería ser una sorpresa que los hermanos malos Evrémonde fueron los que encarcelaron al Dr. Manette años atrás. Claro, el médico se horroriza un poco, pero se da cuenta que Charles no es nada como su padre y su tío, los dichos hermanos malos. El Dr. Manette quiere a Charles porque es un buen hombre. Todo va muy bien en Inglaterra. Charles viene a vivir con los Manette, gana un buen sueldo como tutor y el Dr. Manette parece estar más contento que nunca.

Espera, éste es un cuento de dos ciudades, ¿no? ¿Qué pasa en la otra cuidad? Es una buena pregunta. Mientras todo está bien en Londres, lo contrario sucede en París. La gente se muere de hambre, los aristócratas atropellan a niños con sus carros y todos están bastante descontentos. De hecho, la infelicidad les anima a considerarse "ciudadanos" de una nueva república.

En este momento Ernst Defarge y su esposa están en el centro de un grupo revolucionario. Sabemos que son revolucionarios porque son muy sigilosos. Y todos se llaman "Jacques". En el pueblo de los Evrémonde, el marqués ha sido apuñalado en la noche. ¡Qué horror! El gobierno ahorca al asesino pero no se calma la tensión. Por fin, el administrador de la propiedad de los Evrémonde escribe una carta desperada al nuevo marqués. Como la gente odiaba al otro marqués tanto, meten al administrador en la cárcel.

Tras una serie de casualidades, Charles recibe la carta. (Acuérdate que él es el marqués.) Aunque se ha deshecho de su título y sus tierras, se compadece del administrador. Sin decirle nada a su esposa y a su suegro sale para Francia. Desafortunadamente para Charles, escogió una época mala para unas vacaciones de verano. Cuando aterriza en Francia, los rebeldes ya han derrotado al gobierno. Están a punto de ejecutar al rey. La reina seguirá sus pasos. Hay un ambiente de violencia, venganza y rige la mentalidad de la muchedumbre.

Detienen a Charles inmediatamente y se da cuanta de haber cometido un gran error. Lo llevan a París, donde es prisionero. Las nuevas leyes dicen que será ejecutado con la guillotina. Afortunadamente, el Dr. Manette se entera de la situación. Lucie lo acompaña a París a toda prisa. Resulta que lo consideran una celebridad ahí. Alguien que fue arrestado falsamente bajo el viejo régimen de los aristócratas ahora es un héroe de la nueva República. El médico acude al proceso e impresiona a los jueces con un discurso heroico para salvar a su yerno.

Todo parece tranquilo de nuevo. Claro, estamos en medio de la Revolución Francesa pero los Manette y Charles están sanos y salvos. O por lo menos, así parece durante unas horas. Sin embargo, detienen a Charles otra vez. Ahora los Defarge lo han acusado de ser un aristócrata y por lo tanto una mancha en el nombre del país. El Dr. Manette, desesperado, trata de intervenir. Sin embargo, el segundo proceso es muy diferente al primero. Ernst Defarge tiene una carta escrita por el Dr. Manette mismo, que condena a Charles a muerte.

¡Espera! ¿El Dr. Manette? ¡Imposible! Bueno, no exactamente. Hace mucho tiempo, el Dr. Manette garabateó la historia de su encarcelamiento y la escondió en una pared de la Bastille. Es una recuento deplorable de violación y homicidio – crímenes que el padre y el tío de Charles cometieron.

Indignados, los rebeldes franceses del jurado deciden que Charles debe pagar por los crímenes de su padre. Pero antes de que lo puedan ejecutar, Sydney Carton acude a ayudarlo. Tras unos buenos engaños y disfraces, Charles es un hombre libre de nuevo. Él y su familia salen hacia Inglaterra. Sydney, sin embargo, no tiene tan buena suerte. Toma el lugar de Charles en la prisión y muere en la guillotina.

Qué loco, ¿no? Pues la novela piensa que su sacrificio es bastante heroico. Y debemos decir que estamos de acuerdo.



Charles Dickens

(Portsmouth, Reino Unido, 1812 - Gad's Hill, id.,1870). Escritor británico. En 1822, su familia se trasladó de Kent a Londres, y dos años más tarde su padre fue encarcelado por deudas. El futuro escritor entró a trabajar entonces en una fábrica de calzados, donde conoció las duras condiciones de vida de las clases más humildes, a cuya denuncia dedicó gran parte de su obra.

Autodidacta, si se excluyen los dos años y medio que pasó en una escuela privada, consiguió empleo como pasante de abogado en 1827, pero aspiraba ya a ser dramaturgo y periodista. Aprendió taquigrafía y, poco a poco, consiguió ganarse la vida con lo que escribía; empezó redactando crónicas de tribunales para acceder, más tarde, a un puesto de periodista parlamentario y, finalmente, bajo el seudónimo de Boz, publicó una serie de artículos inspirados en la vida cotidiana de Londres (Esbozos por Boz).

El mismo año, casó con Catherine Hogarth, hija del director del Morning Chronicle, el periódico que difundió, entre 1836 y 1837, el folletín de Los papeles póstumos del Club Pickwick, y los posteriores Oliver Twist y Nicholas Nickleby. La publicación por entregas de prácticamente todas sus novelas creó una relación especial con su público, sobre el cual llegó a ejercer una importante influencia, y en sus novelas se pronunció de manera más o menos directa sobre los asuntos de su tiempo.

En estos años, evolucionó desde un estilo ligero a la actitud socialmente comprometida de Oliver Twist. Estas primeras novelas le proporcionaron un enorme éxito popular y le dieron cierto renombre entre las clases altas y cultas, por lo que fue recibido con grandes honores en Estados Unidos, en 1842; sin embargo, pronto se desengañó de la sociedad estadounidense, al percibir en ella todos los vicios del Viejo Mundo. Sus críticas, reflejadas en una serie de artículos y en la novela Martin Chuzzlewit, indignaron en Estados Unidos, y la novela supuso el fracaso más sonado de su carrera en el Reino Unido. Sin embargo, recuperó el favor de su público en 1843, con la publicación de Canción de Navidad.

Después de unos viajes a Italia, Suiza y Francia, realizó algunas incursiones en el campo teatral y fundó el Daily News, periódico que tendría una corta existencia. Su etapa de madurez se inauguró con Dombey e hijo (1848), novela en la que alcanzó un control casi perfecto de los recursos novelísticos y cuyo argumento planificó hasta el último detalle, con lo que superó la tendencia a la improvisación de sus primeros títulos, en que daba rienda suelta a su proverbial inventiva a la hora de crear situaciones y personajes, responsable en ocasiones de la falta de unidad de la obra.

En 1849 fundó el Houseold Words, semanario en el que, además de difundir textos de autores poco conocidos, como su amigo Wilkie Collins, publicó La casa desierta y Tiempos difíciles, dos de las obras más logradas de toda su producción. En las páginas del Houseold Words aparecieron también diversos ensayos, casi siempre orientados hacia una reforma social.

A pesar de los diez hijos que tuvo en su matrimonio, las crecientes dificultades provocadas por las relaciones extramatrimoniales de Dickens condujeron finalmente al divorcio en 1858, al parecer a causa de su pasión por una joven actriz, Ellen Teman, que debió de ser su amante. Dickens hubo de defenderse del escándalo social realizando una declaración pública en el mismo periódico.

En 1858 emprendió un viaje por el Reino Unido e Irlanda, donde leyó públicamente fragmentos de su obra. Tras adquirir la casa donde había transcurrido su infancia, Gad’s Hill Place, en 1856, pronto la convirtió en su residencia permanente.

La gira que inició en 1867 por Estados Unidos confirmó su notoriedad mundial, y así, fue aplaudido en largas y agotadoras conferencias, entusiasmó al público con las lecturas de su obra e incluso llegó a ser recibido por la reina Victoria poco antes de su muerte, acelerada por las secuelas que un accidente de ferrocarril dejó en su ya quebrantada salud.

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