martes, 20 de abril de 2010

Delta de Venus


Acabo de concluir la lectura de “Delta de Venus”, de Anaïs Nin (Alianza Editorial, 352 páginas).

Escritos a principios de la década de 1940 por encargo de un excéntrico coleccionista de libros que insistía en pedir «menos poesía» y descripciones más explícitas en las escenas sexuales, los relatos de Delta de Venus no vieron la luz hasta los años setenta. Ambientados en torno al París de la época e hilados por la aparición recurrente de personajes comunes de distinta importancia según cada cuento, ofrecen una visión libre de las relaciones humanas, en la que el erotismo y el ansia de placer no excluyen la belleza, el sentimiento, la amistad y la búsqueda de la autenticidad.



Anaïs Nin
(París, 1903 - Los Ángeles, 1977)

Aunque llegó a tener la ciudadanía norteamericana, la escritora Anaïs Nin, descendiente de una pareja de artistas de origen cubano que se separó cuando ella era una niña, nació en París el 21 de febrero de 1903.

Antes de cumplir sus primeras dos décadas de vida, esta joven francesa que desde los once años de edad plasmó sus pensamientos y experiencias en un diario íntimo, ya había logrado destacarse como modelo y bailarina de flamenco. Por ese entonces, Anaïs conoció al banquero Hugo Guiler, con quien contrajo matrimonio y se instaló en París.

Tiempo después, ya con un ensayo sobre D.H. Lawrence publicado, esta autora que llegó a demostrar un gran interés por el psicoanálisis conoce a Henry Miller y entabla con él primero una correspondencia apasionada y, más tarde, una relación de amantes. Según se cuenta, Nin no sólo llegaría a sentirse atraída por su colega y su esposa (una antigua prostituta que le haría conocer prácticas como el voyeurismo y el safismo), sino que también mantendría vínculos incestuosos con su padre.

“La casa del incesto”, “Delta de Venus”, “Bajo la campana de cristal”, “Una espía en la casa del amor”, “Ciudades de interior” y “El diario de Anaïs Nin” son algunos de los títulos que forman parte de la producción literaria de esta mujer que, en 1973, fue distinguida por el Philadelphia College of Art con el título de Doctor Honoris Causa.

El fallecimiento de esta creadora de obras de perfil erótico y surrealista que llegó a integrar el Instituto Nacional de las Artes y las Letras, se produjo en Los Ángeles el 14 de enero de 1977. Tras su muerte, sus cenizas fueron esparcidas sobre la Bahía de Santa Mónica y los manuscritos originales de sus famosos diarios quedaron en poder del Departamento de Colecciones Especiales de la Universidad de California en Los Ángeles.

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