No puedo decir que el de hoy fuera un buen día. Me levanté con una temperatura exterior de un grado positivo, lo que en términos vulgares quiere decir un “frío de cojones”. La mañana se apura con un trabajo monótono y anodino. Mi mujer en el Hospital a sacarse sangre y hacerse una placa de torax. Mi hija en Nueva York en viaje de trabajo. Mi hijo en Fuerteventura disfrutando de unas mini vacaciones, practicando en katamarán y con mal tiempo. Yo reanudo mis paseos nocturnos de 4 km., por prescripción facultativa, y trato de meter baza con la peña de Facebook pero termino dejándolo por imposible, no me entero de qué van los comentarios en la mayoría de los casos. Así que decido actualizar mis blogs, que al menos no dependen de los comentarios de terceros.
Curioso este mundo virtual en el que nos movemos la mayoría de los mortales. Desde primera hora de la mañana hasta la madrugada nos pasamos todos los días delante del ordenador enganchados a internet. Trabajamos, nos informamos, contactamos con otros cibernautas a los que no conocemos personalmente pero que al igual que tú necesitan comunicarse a toda costa, contar sus problemas, ser comprendidos y apoyados.
Todos sentimos la soledad en esta sociedad desarrollada, pero fría y anodina. Cada vez somos más parcos en entablar relaciones personales. Ignoramos los nombres y vida de cuantos nos rodean, pero enseguida lo suplimos sentados ante el ordenador o con el móvil con conexión a internet, para entrar en Facebook, mandar un e-mail, chatear o actualizar nuestro blog, cada uno con un fin determinado, según su situación personal, Así, entramos en la vida de otras personas a las que no conocemos, nos contamos nuestros problemas, nuestras alegrías, nuestros planes, y los hacemos nuestros. Siempre ansiosos de que llegue el día siguiente para volver a saber de ellos. El resto lo pone nuestra imaginación.
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