jueves, 15 de octubre de 2009

El Palacio de los Sueños


Acabo de concluir la lectura de “El Palacio de los Sueños”, de Ismaíl Kadaré (Alianza Editorial – Biblioteca Kadaré, 228 páginas).

El Palacio de los Sueños que domina esta novela es el símbolo de la dominación total del Estado sobre sus súbditos. En una nación que calca el modelo real del Imperio Otomano, el gobierno ha establecido la obligación de que los ciudadanos recojan sus sueños por escrito y los entreguen a una vasta red de funcionarios que alcanza incluso las aldeas más remotas. En un enorme y tétrico ministerio, el Palacio de los Sueños, los textos son recibidos por un ejército de mediocres burócratas e interpretados en busca de señales de deslealtad al régimen que pudieran quedar ocultas en el devenir diario. Interpretados y seleccionados para reducirlos a un pequeño número de sueños considerados significativos que son enviados a una instancia superior donde vuelven a ser cribados y así sucesivamente hasta encontrar El Sueño, la expresión perfecta del inconsciente colectivo del país, la señal de la dirección que ha de tomar el gobierno para mejor controlar al pueblo. Y en esa tarea imposible, imposible porque el poder nunca es lo bastante absoluto para los sedientos de él, se afana el protagonista, procedente de una familia venida a menos y miembro por recomendación de la hueste que encerrada en salas oscuras y frías analiza los sueños de sus conciudadanos, lleno de dudas y sabiéndose destinado a envejecer tristemente, acumulando con dificultad minúsculos ascensos que el menor error real o imaginario desbaratará de inmediato y condenando a personas inocentes sin darse cuenta, sólo porque alguien interpretó su interpretación de una forma en vez de otra.



Ismaíl Kadaré
nació en Gjirokastra (Albania) en 1936. Siendo un niño, vivió la Segunda Guerra Mundial, la ocupación de su país por la Italia fascista, la Alemania nazi y la Unión Soviética, hasta la instauración de la dictadura comunista de Enver Hoxha en Albania en 1944.

A los diecisiete años ganó un premio de poesía en Tirana que le valió la autorización para partir a Moscú a estudiar en el Instituto Gorki, del que fue expulsado en 1961, tras la ruptura de relaciones entre el país balcánico y la URSS. En el instituto moscovita escribió 'El general del ejército muerto', que alcanzó un enorme éxito en Francia. Gracias a esta novela, obtuvo una especie de inmunidad en su país, como representante del orgullo nacional, a pesar de no plegarse a los dogmas comunistas. Se incorporó, forzado por el régimen, al Parlamento albanés entre 1970 y 1982. En 1990, unos meses antes de la caida de la dictadura, se exilió en París, ciudad en la que reside desde entonces, aunque visita frecuentemente Albania.

Gran estudioso de la tradición albanesa y de la idiosincrasia de este pueblo balcánico, sus títulos se sitúan en distintos episodios de su historia, como el de la ruptura entre Albania y la URSS, en 'El largo invierno' (1977); las rivalidades entre católicos y ortodoxos, en '¿Quién ha vuelto a traer a Doruntine?' (1980); y la ruptura entre Tirana y Pekín, en 'El concierto' (1988).

Uno de los rasgos más característicos de su obra es el de estar permanentemente abierta. Kadaré reelabora sus escritos, los poemas se convierten en relatos, los relatos se alargan en novelas y estas, en ocasiones, se reducen a cuentos. Otra de las características es la recuperación de las grandes preocupaciones y debates de la Humanidad que toma de la tradición oral y de la literatura clásica, de Esquilo, Homero, Shakespeare, Cervantes o Chéjov, situándolos en el contexto contemporáneo.

Sin embargo, el tema central de su obra, plasmado en todos sus libros, es el totalitarismo, sus mecanismos de funcionamiento y las complicidades que lo hacen posible. Esta obsesión literaria culmina en 'El palacio de los sueños' (1988), publicada en 1981 en Albania, cuando todavía regía la dictadura comunista. En ella, el escritor albanés construye una inmensa parábola de la perversión despótica, en la que en un país imaginario, una inmensa maquinaria al servicio del poder absoluto, la Oficina del dormir y el soñar, controla la vida onírica de los ciudadanos. A pesar del hundimiento del comunismo, Kadaré continúa sondeando el alma de las sociedades totalitarias, como en Tres cantos fúnebres por Kosovo (1999) y Frente al espejo de una mujer (2002). Sus últimas publicaciones son 'Vida', representación y muerte de Lul Mazreku (2005) y La hija de Agamenón. 'El sucesor' (2007).

Miembro de la Academia de las Ciencias Morales y Políticas de París, una de las cinco que integran el Instituto de Francia, de la Academia de las Artes de Berlín y Oficial de la Legión de Honor francesa, en 2005 recibió el Premio Booker Internacional. Es, además, doctor honoris causa por la South East European University (República de Macedonia). Recientemente le ha sido concedido el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2009.


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