domingo, 17 de enero de 2010

Plataforma


Acabo de concluir la lectura de “Plataforma”, de Michel Houellebecq (Anagrama-Compactos, 318 páginas).

El protagonista, Michel, parisino, cuarentón, es un burócrata de mediana edad, solitario y asiduo de los peep shows parisinos, incapaz de experimentar ninguna emoción. Cuando su padre muere, decide usar parte de la herencia para irse de vacaciones en Tailandia, atraído más que nada por los "salones de masaje" (prostíbulos) tailandeses.

En el transcurso de su viaje, el protagonista conocerá a Valérie, otro alma solitaria. A su vuelta a Francia, inician una relación y ponen en marcha un novedoso modelo de vacaciones: viajes y resorts de turismo sexual. Aunque el negocio resulta un éxito, la historia -como no podía ser de otro modo tratándose de una novela de Houellebecq- no acaba bien...

Cuando se publicó la novela hace unos años desató polvareda, no ya por el cinismo con el que se tratan temas como el turismo sexual, sino sobre todo por la dramática irrupción del fundamentalismo islámico en la trama de la novela. Si bien es cierto que el desenlace de la novela puede parecer algo "forzado", y que Houellebecq es un provocador nato, no lo es menos que Plataforma es una novela de indudable valor literario.

La figura de Michel, el narrador y protagonista, está magníficamente esbozada. Para mí uno de los grandes logros de la novela es que Houellebecq consigue que nos identifiquemos, y que incluso sintamos cierta ternura, hacia su protagonista, un anti-héroe al que la mayoría de nosotros despreciaríamos si conociéramos en persona.

También resulta refrescante y chocante el ver el mundo desde la perspectiva radicalmente amoral y brutalmente honesta del protagonista. Sospecho que quienes califican la obra de Houellebecq de "escandalosa" o "inmoral" (como si la literatura fuese una cuestión moral) en el fondo se sienten amenazados, porque si algo consigue la corrosiva prosa de este autor es poner de manifiesto la hipocresía que impera en el mundo en el que vivimos, en la era de la corrección política.




Michel Houellebecq
nació el 26 de febrero 1958 en La Réunion. Su padre, guía de alta montaña, y su madre, médico anestesista, pronto se desinteresan de su existencia. Una media hermana nace cuatro años después. A los seis años, es confiado a su abuela paterna, comunista, y de la que adopta el nombre como seudónimo. Vive a Dicy (Yonne), y luego a Crécy-la-Chapelle. Es interno en el Liceo de Meaux durante siete años. Su abuela muere en 1978.

En 1980, obtiene su diploma de ingeniero agrónomo. El mismo año se casa con la hermana de un "compañero". Empieza entonces un período de cesantía. Su hijo Etienne nace en 1981. Se divorcia. Una depresión lo lleva a internarse varias veces en "medio psiquiátrico".

Michel Houellebecq es poeta, ensayista y novelista. "Ampliación del campo de batalla" (1994) ganó el Prix Flore de primera novela y fue muy bien recibida por la crítica española. En mayo de 1998 recibió el Prix National des Lettres, otorgado por el Ministerio de Cultura. Su segunda novela, "Las partículas elementales" (Prix Novembre, Premio de los lectores de Les Inrockuptibles y mejor libro del año según la redación de Lire), fue muy celebrada y polémica, así como "Plataforma", última entrega de su imprescindible tríptico de la condición humana de nuestro tiempo.

Houellebec es de aquellos autores que su figura sobrepasa a su obra. Siempre tildado de polémico y provocador, nihilista, xenófobo o machista. Para unos fascista e incluso comunista para otros muchos. Su obra es una provocación constante, contra el sistema, contra la sociedad... su objetivo es no dejar títere con cabeza siempre desde una narrativa cargada de un sobrecogedor humor negro que en ocasiones puede llegar a ofender al lector menos familiarizado con su obra.

Se define a sí mismo como radical, no hace concesiones al respecto de su posicionamiento político aunque es conocido que Houellebecq simpatizó con el partido comunista francés, para pasarse más adelante a las filas social demócratas, también, en un pasado se definió a sí mismo como estalinista y cuando se le pregunta en alguna entrevista al respecto de tal afinidad con el legado político de Kova, él se dedica a echar más leña al fuego espetando en la cara del entrevistador, lindezas como “-...Stalin también hizo cosas buenas”.

A pesar de ello, fragmentos como el que aparece en “Las partículas elementales” donde decía “-... todas las religiones son estúpidas y de ellas el Islam es la que más”. (SIC.) han conseguido que la ultraderecha francesa se apodere de sus palabras y lo lance como uno de sus seguidores.

Su última provocación es la afinidad con la secta de los Raelianos, con los que ya demostró un cierto paralelismo con sus creencias tanto en su primera novela “Lanzarote” como en “Las partículas elementales”. Ahora, en su nueva obra de inminente edición en España “La posibilidad de una isla”, profundiza aún más en el tema de la clonación de humanos y para documentarse ha asistido a varias reuniones con los Raelianos e incluso ha llegado a entrevistarse son el líder de la secta. Evidentemente, y para desconcertar más sobre su imagen, siempre que se le pregunta por su interés en los Raelianos contesta “-...me interesó mucho, pero no me gusta hablar de eso.”

Para quienes quieren saber algo más de su figura, Houellebecq escribió una pequeña autobiografía, que se puede leer desde su página web, aunque les tengo que reconocer que su lectura desconcierta si cabe aún más.

El escritor Fernando Arrabal, íntimo amigo de Houellebecq, escribió un libro titulado “Houellebecq!!!” En el que recopilaba una serie de entrevistas con el polémico escritor francés, y siempre lo ha catalogado como un tipo de lo más normal, casado, con un hijo y que pasa sus vacaciones en España, como lo hacen muchos otros de sus compatriotas, por lo que quizás todo sea una imagen estereotipada y creada por él mismo para así poder vender más ejemplares de sus obras.

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