Acabo de concluir la lectura de EL ARRECIFE, de Edith Wharton (Debolsillo, 388 páginas).
El diplomático norteamericano George Darrow se dispone a reencontrarse con Anna Leath, la mujer que, catorce años antes, le abandonó para casarse con otro. Anna es ahora una rica viuda que vive en un idílico
Edith Wharton (1862-1937) es hoy un mito de las letras universales. Baste recordar, entre sus obras más conocidas, La edad de la inocencia, que Scorsese llevó al cine con éxito. La carrera literaria de esta gran autora estadounidense se inauguró en 1905 con The House of Mirth y se cerró justamente con La renuncia en 1925, el mismo año en que Virginia Woolf publicaba La señora Dalloway. Además de ser apreciada por sus dotes literarias, Wharton fue una mujer liberal que sufrió en carne propia las inclemencias del chismorreo de altura que se practicaba en las mansiones de la Quinta Avenida a principios del siglo XX: divorciada y con una considerable nómina de amantes en su haber, la autora vivió sus últimos días en un pueblecito de Provenza, en el sur de Francia, un hecho que confiere sabor autobiográfico a las mejores páginas de algunas de sus obras.
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