viernes, 6 de noviembre de 2009

El portero


Acabo de concluir la lectura de “El Portero”, de Reinaldo Arenas (Tusquets Editores, Fábula, 248 páginas.

Una vez concluida la publicación de la «pentagonía» con la que Reinaldo Arenas quiso alegorizar y criticar la represión de Cuba bajo el régimen castrista, recuperamos ahora la novela El portero, escrita en Nueva York, entre 1984 y 1986, y en la que se recrea el microcosmos de un rascacielos bajo la mirada perpleja del portero, un cubano exiliado, al igual que el propio Arenas, incapaz también de adaptarse a la American way of life.

Juan, después de fracasar en diferentes trabajos, consigue un puesto como portero en un rascacielos de Manhattan. Allí, obsesionado con abrirles a los inquilinos la puerta no sólo del edificio sino también la de «la verdadera felicidad», topará con una extravagante galería de personajes, entre otros: Roy Friedman, de sesenta y cinco años, obsesionado con regalar caramelos a diestro y siniestro; Brenda Hill, «mujer algo descocada, soltera y ligeramente alcohólica»; Arthur Makadam, donjuán entrado en años e impotente; Casandra Levinson, «propagandista incesante de Fidel Castro» que al mismo tiempo goza de las comodidades capitalistas; los señores Oscar Times, «ambos homosexuales y tan semejantes física y moralmente que en realidad conforman como una sola persona»; Walter Skirius, científico obseso de los implantes artificiales… Al final, Juan sólo logra entenderse con las mascotas de los inquilinos del edificio, y con ellas emprenderá un viaje sin retorno.



Reinaldo Arenas
(1943-1990) novelista, dramaturgo y poeta cubano, nace en Aguas Claras, Holguín el 16 de julio de 1943. Se destaca por su ataque directo al régimen comunista de Fidel Castro. Su campesina y precoz adolescencia se vio marcada por el manifiesto enfrentamiento hacia el régimen de Batista. Colaboró con la revolución cubana, hasta que debido a la exclusión a que fue sometido, optó por la disidencia.

Su presencia pública e intelectual le granjeó marcadas antipatías en las más altas instancias del Estado, lo cual, unido a su condición homosexual, provocó una implacable y manifiesta persecución en su contra. Reinaldo Arenas sufre persecución no solamente por sus abiertas tendencias sexuales, sino por su resuelta oposición al régimen, que le cierra cualquier posibilidad de desarrollo como escritor e intelectual durante los años de mayor ostracismo cultural en la isla.

Coetáneo y amigo de José Lezama Lima y Virgilio Piñera, fue encarcelado y torturado llegando a admitir lo inconfesable y a renegar de sí mismo. Ello provocó, en la sensible personalidad del escritor, un arrepentimiento que fue más allá de los muros de la prisión de El Morro (1974 -1976), calando tan hondo en su corazón que acabó por odiar todo cuanto le rodeaba, todo aquello que presumía de aspecto y fondo humano.

Abominó de toda clase de poder equiparable a cualquier forma de represión y tiranía. Durante los años 1970, intentó en varias ocasiones escapar de la opresión política, pero falló. Finalmente en 1980 salió del país cuando Fidel Castro autorizó un éxodo masivo de disidentes y otras personas consideradas no deseadas por el régimen a través de Mariel (véase Éxodo del Mariel). Por la prohibición que pesaba sobre su trabajo, Arenas no tenía autorización para salir, pero logró hacerlo cambiando su nombre por Arinas.

Desplegó desde este momento y en el exilio nunca aceptado de Nueva York una profunda visión intelectual de la existencia enmarcada entre la expresión poética más hermosa y la más amarga derrota del desencanto. Estableció su residencia en Nueva York, donde le fue diagnosticado el virus del SIDA en 1987. En esta época escribió su autobiografía, titulada Antes que anochezca. El 7 de diciembre de 1990, Arenas se suicidó. Envió a la prensa y a sus amigos, una sentida carta de despedida, en la que culpa a Fidel Castro de todos los sufrimientos que padeció en el exilio.

Arenas solo pudo publicar un libro en Cuba, Celestino antes del alba. En el 2000 se estrenó la versión cinematográfica de Antes que anochezca, película que sobre su libro autobiográfico ha dirigido Julian Schnabel e interpretado Javier Bardem. Del mismo título es la ópera que le dedicara el compositor Jorge Martín, presentada en el Lincoln Center de Nueva York. Seres extravagantes es el documental biográfico que realizara en 2004 Manuel Zayas, filmado un año antes clandestinamente en Cuba. Otras novelas suyas son: Celestino antes del alba, 1967 El mundo alucinante, 1969 El palacio de las blanquísimas mofetas, 1980 La vieja Rosa, 1980 Otra vez el mar; 1982 Arturo, la estrella más brillante, 1984 La Loma del Ángel, 1987 El portero, 1989 Viaje a La Habana, 1990, etc.

CARTA DE DESPEDIDA

Al morir Reinaldo Arenas dejó varias copias de esta carta destinada a algunos de sus amigos: “Queridos amigos: debido al estado precario de mi salud y a la terrible depresión sentimental que siento al no poder seguir escribiendo y luchando por la libertad de Cuba, pongo fin a mi vida. En los últimos años, aunque me sentía muy enfermo, he podido terminar mi obra literaria, en la cual he trabajado por casi treinta años. Les dejo pues como legado todos mis terrores, pero también la esperanza de que pronto Cuba será libre. Me siento satisfecho con haber podido contribuir aunque modestamente al triunfo de esa libertad. Pongo fin a mi vida voluntariamente porque no puedo seguir trabajando. Ninguna de las personas que me rodean están comprometidas en esta decisión. Sólo hay un responsable: Fidel Castro. Los sufrimientos del exilio, las penas del destierro, la soledad y las enfermedades que haya podido contraer en el destierro seguramente no las hubiera sufrido de haber vivido libre en mi país. Al pueblo cubano tanto en el exilio como en la Isla los exhorto a que sigan luchando por la libertad. Mi mensaje no es un mensaje de derrota, sino de lucha y esperanza. Cuba será libre. Yo ya lo soy”.

Firmado, Reinaldo Arenas

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