Acabo de concluir la lectura de “ATANDO CABOS”, de E. Annie Proulx (Fábula Tusquets, 345 páginas).
Cuando Pearl Bear muere, en compañía de su amante, en un accidente de coche, deja desnortados y abrumados a sus dos hijas y a su marido, un pobre tipo, periodista de tercera, sin futuro ni esperanza. De modo que Quoyle, haciendo de tripas corazón, deja Nueva York y parte hacia el remoto lugar de sus antepasados, una pequeña ciudad portuaria en la desolada y brumosa costa de Terranova. Allí, rodeado de personajes tan peculiares como su arisco entorno, Quoyle se coloca en el periódico local, The Gammy Bird, especializado en historias de abusos sexuales, para dar cuenta del movimiento portuario y de los accidentes de tráfico, inventados o no. Se compra una barca, empieza a cortejar a una silenciosa viuda y, mientras el duro invierno le recluye bajo el hielo, se inicia en el arte de hacer nudos marineros, mientras va lentamente desatando aquellos otros que atormentan su alma y atando los cabos de su vida. Difícilmente el inolvidable humor negro de E. Annie Proulx habrá encontrado expresión más poética.
E. Annie Proulx (Connecticut, 1935)
Licenciada en Historia, casada y divorciada tres veces, ejerció toda clase de trabajos, desde camarera hasta articulista, ante de descubrir, a los cincuenta años, su vocación de escritora. Los relatos incluidos en su primer libro Canciones del corazón, ya mostraban a las claras la calidad de una narradora singular. Cuatro años después escribió su primera novela, Postales, que le valdría el Pen/Faulkner Award, concedido por primera vez a una mujer. Atando cabos, su segunda novela, en la que se basó la película del mismo título, no sólo confirmó el talendo de Proulx para crear personajes inolvidables, sino que además alcanzó la cifra de dos millones de ejemplares vendidos en Estados Unidos y obtuvo los premios Pulitzer y National del año 1994.
Versión cinematográfica:
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