sábado, 23 de mayo de 2009

Apuntes de un pasota


Por estos lares las cosas están bastante tranquilas. Hemos tenido unos días de aperitivo veraniego y al personal parece que se le ha endulzado algo el carácter. Las féminas se han apresurado, sobre todo las jóvenes, a mostrar sus velados encantos para deleite de los sentidos. Por mi parte, sigo con mi monótona existencia a falta de fortuna en el juego que me derive hacia los mares del sur. Enfrascado en la lectura, devoro con entusiasmo en mis ratos libres buenas novelas que me llevan hacia otros lugares de ensoñación. Está visto que la lectura es mi gran vicio en estos momentos.

La familia bien, gracias. La salud controlada a base de buenos hábitos, comidas sanas, algún vino o cervecita y algo de ejercicio. Del peso prefiero no hablar, todos los días me da algún disgusto. Últimamente llevo el pelo cortado casi al cero, luzco un lápiz de jade colgado al cuello, y cuando me miro al espejo me veo con cara de malo de película. No me relaciono en persona con casi nadie y me siento como el Llanero solitario, pegando tiros al aire, en defensa de los menesterosos anónimos. De vez en cuando saco a relucir mi mala leche, pongo mala cara, y consigo que el personal me mire con cierto respeto.

Me mantengo informado de lo que sucede en este planeta lo justo, a base de leer los titulares de las ediciones digitales de los periódicos. Paso de política, paso de deportes, paso de prensa amarilla y rosa, y de tanto capullo y capulla como hay suelto por ahí. Me estoy convirtiendo en un auténtico pasota. Cada vez somos más y peor avenidos, cada vez más egoístas e ignorantes. Se contagia todo coño, menos la belleza. Mi mundo cada vez se estrecha más: mi mujer y mis dos hijos y ya está. Y que coño, me gustaría reencarnarme en una tía maciza que estuviera provista de los dos sexos y así lograr la completa autosuficiencia. ¡A que mola!          

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