Acabo de concluir la lectura de “NO DIGAS NOCHE”, del escritor israelita AMOS OZ (Ed. Siruela, Debolsillo, 238 páginas).
Una pareja cuenta, cada uno desde su punto de vista, una historia cercana y sincera sobre la convivencia.
Teo y Noa forman una pareja interesante. Él, a sus más de sesenta años, es un personaje bien conocido en Tel Keidar, la pequeña ciudad donde viven, construida hace pocos años en medio del desierto del Neguev. Combatió a los ingleses durante el Protectorado y participó en las guerras entre árabes e israelíes, ocupó diversos cargos en la administración de Israel y no le faltan contactos e influencias. Ahora, retirado, pasa buena parte de su tiempo contemplando el desierto.
Noa, 15 años más joven que él, es profesora de literatura en el instituto local y una destacada activista de cualquier causa que despierte su sensibilidad, en parte por su carácter apasionado, en parte por escapar de la sombra de Teo y demostrar que es alguien por sí misma.
Sereno, organizado, pragmático, protector, Teo no puede ser más distinto de Noa, vehemente, impulsiva e independiente. Ambos se mueven continuamente por la delgada línea que separa el equilibrio del choque frontal. Se quieren, es cierto, y se complementan perfectamente: cada uno tiene justo lo que le falta al otro. Pero, quizá por haber iniciado su relación a una cierta edad tras años de soledad –viajando por Latinoamérica él, ella cuidando de su padre enfermo– necesitan continuamente definir su propio espacio.
Cuando un alumno de Noa muere, en apariencia a causa de su adicción a las drogas, es inevitable que ella se implique emocionalmente en el asunto y termine liderando un comité para la construcción de un centro de rehabilitación de jóvenes toxicómanos en memoria del chico fallecido.
El proyecto del centro de rehabilitación va a comprometer el precario equilibrio que ambos han logrado alcanzar. Ella lo afronta como algo personal, una ocasión de ajustar cuentas con errores pasados y de afirmar su independencia y su capacidad. Por su forma de ser ,su enfoque sobre el proyecto es completamente emocional; no le basta con llevarlo a cabo, tiene que hacerse a su manera, sin concesiones ni soluciones de compromiso, y sin ayuda. Y, sobre todo, tiene que hacerse sin ayuda de Teo, que en el resto de facetas de su vida ejerce de padre omnipresente, siempre comprensivo y condescendiente con los fallos y debilidades de ella.
El problema es que precisamente es Teo la persona perfecta para encargarse del proyecto y conseguir que salga adelante, a pesar de la oposición de los vecinos y de la Administración, por su experiencia como planificador y por sus contactos. Y además, todo el mundo lo sabe. Teo es consciente del efecto que su entrada en el comité tendría para Noa, por eso se limita a observar y a esperar. Pero su actitud también saca de quicio a Noa, que lo imagina esperando paciente a que ella fracase para acudir a salvarla de nuevo.
Esta historia es el pilar central alrededor del cual Oz levanta un entramado relaciones personales, un pequeño universo de vidas apenas esbozadas (el amigo de Noa, interpretando continuamente un papel de seductor que él mismo no termina de creer; la alcaldesa, pragmática y endurecida, ya de vuelta de todo; el zapatero, que perdió a su mujer y a su hijo en un atentado; la chica que limpia la oficina de Teo y su familia, emigrantes del este de Europa recién llegados a Israel), perdido en medio de un desierto siempre presente, hermoso y amenazador como la promesa de una nueva vida.
La peculiaridad de esta historia es que, aparte de algunos capítulos dedicados a describir Tel Keidar y sus habitantes, está contada en primera persona alternativamente por sus dos protagonistas. A lo largo de los días que ocupa la narración, el lector tendrá dos versiones de una misma velada o de un recuerdo común. Incluso en los lances más cotidianos, es interesante observar cuán distintas son las visiones de Noa y Teo; cómo lo que para uno carece de importancia, es trascendental para el otro. Oz maneja hábilmente estos puntos de tangencia, caracterizando a los personajes al remarcar qué capta la atención de cada uno de ellos.
En un principio el texto se centrará en la convivencia de la pareja, en sus encuentros y desencuentros, en la tensión que sus diferencias de carácter proyectan sobre su vida común. Lentamente el foco se va desplazando hacia el proyecto del centro de rehabilitación y las distintas actitudes con que ambos lo afrontan (o dejan de hacerlo). Por el camino el lector irá conociendo la historia de Teo y de Noa, y la de otros habitantes de la pequeña ciudad donde viven. De este modo, además de mostrar al lector cómo se ven el uno al otro en el momento de la narración, Oz le permite conocer la versión de cada uno de ellos de los días en que se conocieron en Latinoamérica, ocho años atrás, tan importante para entender su relación actual.
Amos Oz (1939) nació en Jerusalén y se licenció en filosofía y literatura en la Hebrew University de su ciudad natal. Durante 25 años vivió en el kibbutz Hulda, donde era profesor de instituto. No fue hasta 1986 que se trasladó a Arad, ciudad situada en el desierto del Néguev. Desde 1987 es profesor de literatura hebrea en la Ben-Gurion University of the Negev, en Beersheba, universidad de la cual se convirtió en catedrático de literatura hebrea moderna en 1993. Por otro lado, ha sido profesor y escritor invitado por varias universidades en Estados Unidos, Inglaterra y Alemania, y desde 1991 es miembro de la Academia de la Lengua Hebrea.
Ha publicado un gran número de novelas, entre las que destacan: Mi querido Mijael (1968), Tocar el agua, tocar el viento (1973), Un descanso verdadero (1982), La caja negra (1987), La tercera condición (1991), No digas noche (1994), El mismo mar (1998) y Una historia de amor y oscuridad (2002), su novela más autobiográfica. Su talento literario lo ha hecho merecedor de numerosos premios internacionales, como el Goethe (2005), el reputado Premio Israelí de Literatura (1998) o el Príncipe de Asturias de las Letras (2007). Además de la novela, Amos Oz ha cultivado la escritura periodística y ensayística.
Desde 1967 ha publicado numerosos artículos sobre el conflicto árabe-israelí, promulgando su compromiso basado en el reconocimiento mutuo y la coexistencia entre Israel y Palestina en Gaza y Cisjordania. Entre los ensayos más conocidos, cabe destacar Under This Blazing Light(1978), In the Land of Israel (1983), The Slopes of Lebanon (1987), Israel, Palestine, and Peace (1994), All Our Hopes (1998) y But These are Two Different Wars (2002). Es uno de los líderes del movimiento Peace Now, y por ello le han sido otorgadas prestigiosas condecoraciones: Premio de la paz de los libreros (1992, Alemania), Caballero de la Cruz de la Legión de Honor (1997, Francia), Premio Libertad de Expresión (2002, Noruega) y Medalla Internacional de la Tolerancia (2002, Polonia).
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