domingo, 19 de abril de 2009

¡Feliz centenario Rita!


El próximo 22 de abril cumplirá 100 años Rita Levi-Montalcini, científica italiana, premio Nobel de Medicina, soltera y feminista perpetua –“yo soy mi propio marido”, dijo siempre- y senadora vitalicia. Apenas oye y ve con dificultad pero no para: investiga, da conferencias, ayuda a los menos favorecidos, y conversa y recuerda con lucidez asombrosa.

Por las mañanas visita el European Brain Research Institute, el instituto que creó en Roma, y supervisa los experimentos de “un grupo de estupendas científicas jóvenes, todas mujeres”, que siguen aprendiendo cosas de la molécula proteica llamada Factor de Crecimiento Nervioso (NGF), que ella descubrió en 1951 y que juega un papel esencial en la multiplicación de las células, y sobre el cerebro, su gran especialidad. “Son todas féminas, sí, y eso demuestra que el talento no tiene sexo. Mujeres y hombres tenemos idéntica capacidad mental”, dice.

Nacida en Turín dentro de una familia de origen sefardí, tomó la decisión precoz de estudiar y no casarse para no repetir el modelo de su madre, sometida al “dominio victoriano” del padre. El fascismo y las leyes raciales de Mussolini la obligaron a huir a Bélgica y a dejar la universidad. Trabajó como zoóloga en Misuri (Estados Unidos).

Sigue viviendo a fondo, come una sola vez al día y duerme tres horas. Su actitud científica y vital sigue siendo de izquierdas. Pura cuestión de raciocinio, explica, porque la culpa de las grandes desdichas de la humanidad la tiene el hemisferio derecho del cerebro. “Es la parte instintiva, la que sirvió para hacer bajar al australopithecus del árbol y salvarle la vida. La tenemos poco desarrollada y es la zona a la que apelan los dictadores para que las masas les sigan. Todas las tragedias se apoyan siempre en ese hemisferio que desconfía del diferente”.

Laica y rigurosa, apoya sin rodeos el testamento biológico y la eutanasia. Y no teme a la muerte. “Es lo natural, llegará un día pero no matará lo que hice. Sólo acabará con mi cuerpo”. “Cuando ya no pueda pensar, quiero que me ayuden a morir con dignidad”. Para su centenario, la profesora no quiere regalos, fiestas ni honores. Ese día dará una conferencia sobre el cerebro.

Su secreto: Seguir pensando, desinteresarse de uno mismo y ser indiferente a la muerte, porque la muerte no nos golpea a nosotros sino a nuestro cuerpo, y los mensajes que uno deja persisten. Lo importante es vivir con serenidad, y pensar siempre con el hemisferio izquierdo, no con el derecho. Porque ése lleva a la Shoah, a la tragedia y a la miseria. Y puede suponer la extinción de la especie humana.

¡Una mujer sencillamente impresionante!

 

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