sábado, 25 de abril de 2009

Un descanso verdadero


Escritor y profesor, Amos Oz, descendiente de una familia de emigrantes rusos y polacos, nació en 1939 en la Jerusalén administrada por Gran Bretaña. Pronto se independizó de su familia y al cumplir los 15 años se fue al kibbutz Julda, donde vivió durante 25 años. Estudió Filosofía y Letras en la Universidad Hebrea de Jerusalén y, desde entonces, ha simultaneado la docencia con su faceta de escritor. Profesor visitante en la Universidad de Oxford y titular de Literatura en la Universidad Ben Gurion (Beer-Sheva, Israel), en la actualidad es catedrático de Literatura Hebrea Moderna en este último centro. Destacado por la crítica como uno de los principales autores de la nueva narrativa hebrea, su obra ha sido traducida a más de treinta idiomas. Ha cultivado tanto la novela como el ensayo con una temática que aborda las tensiones que padecen las sociedades israelí y palestina.  Participó en la Guerra de los Seis Días y en la Guerra de Yom Kipur y formó parte del grupo fundador del movimiento pacifista “Paz Ahora”, creado en 1978 por oficiales y soldados del ejército israelí en la reserva. Entre los numerosos premios nacionales e internacionales que ostenta figura el Príncipe de Asturias de las Letras de 2007.

"Un descanso verdadero" (Editorial Siruela - Mondadori De Bolsillo; 457 páginas) cuya lectura acabo de concluir, narra el entrecruzamiento de dos destinos en apariencia opuestos: el de Yonatán Lifschitz, un joven israelí ansioso de abandonar el kibbutz en donde siempre ha vivido y dejar su estéril matrimonio para empezar lejos una nueva vida, y el de Azarías Gitlin, un extraño y solitario idealista de la diáspora que llega con el único sueño de establecerse en un lugar y que es acogido por la familia de Yonatán.  Entre la vida claustrofóbica o acogedora del kibbutz, y el poder de atracción de lo desconocido, transcurre esta novela que nos  habla de la polaridad de sentidos de una libertad plasmada en una tierra para el hombre cansado de vagar o proyectada en una huida para quien se siente atado a ella, una tierra donde la lucha es el único camino para el que nunca ha luchado, y el descanso el lugar para el que está cansado de luchar.

Elocuente, humano; incluso religioso en el más profundo sentido de la palabra, Amos Oz emerge como un hombre obsesionado con la simple decencia y determinado por encima de todo a contar la verdad, pese a quien pese.


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