domingo, 5 de abril de 2009

Un trozo de tarta


Al regresar a casa para comer -después de tomar en solitario mis vinos de rigor-, subí en el ascensor con Ana, la vecina del tercero, que sostenía en sus manos una hermosa tarta de nata y fresas. La pregunté de coña si era “light” y cruzando unas risitas nos despedimos. Se lo comenté a mi mujer, y cual será mi sorpresa cuando, un par de horas después, llaman al timbre de la puerta y aparece Ana con un trozo de tarta para que satisfaciera mi gula. Esta chica es un encanto, sabe lo mal que lo estoy pasando con la dieta y quiso poner un punto y aparte para proporcionarme un poco de felicidad. ¡Dios te lo pague vecina!

Mi hija se presentó el viernes con un surtido de productos de La Yema de Oro, de Madrid. Como ella inició esta semana una rigurosa dieta, bajo la supervisión de una nutricionista especializada en homeopatía, mi mujer y yo dimos buena cuenta de los pastelitos de choclo, empanadillas criollas y alfajores. Y es que está visto que es muy difícil llevar un régimen con tantas interrupciones. Pero a pesar de todo el peso se muestra invariable, haga dieta estricta o no la haga.

La familia bien, gracias. Mi hijo estuvo por Lérida y Barcelona, descansó el fin de semana en Madrid, y el próximo puente vendrá a León. Mi hija hacía un mes que no aparecía por aquí, así que aprovechó este fin de semana para vernos ya que el próximo puente se marcha a Alemania a ver a una amiga del alma. Mi suegra anda como siempre, sin enterarse de dónde se encuentra y metida en su mundo. Mi mujer como siempre, a Dios gracias. Mi cuñada, su marido y el hijo que le queda soltero se desplazaron desde Málaga a Oviedo para conocer a su nieta Mencía, y de regreso pasarán en León unos días.

Yo he tenido una semana de bastante trabajo. Tuve que llevar un par de veces el coche al concesionario para revisarlo y realizar unas reparaciones, ya que mañana tengo que pasar la ITV. El tiempo ha estado un tanto loco, días de calor y otros de frío, lo que incide en el estado de ánimo. He continuado con la lectura de libro de relatos de Murakami y la verdad me está decepcionando un tanto. Sólo salí a pasear ayer por la tarde y ya se nota por las calles la presencia de forasteros y “papones”, cosa que por lo demás me la trae floja. Yo en mi refugio y tan contento. Lo único que deseo es que llegue el buen tiempo de una puñetera vez y que me toque la primitiva para buscar otros aires más cálidos.

 

1 comentario:

  1. Mmmm, ya veo cómo se lo conquista a uno que yo sé, jeje!
    A ver si alguna vez en la vida nos vemos y le hago algo (dulce, que salado no es mi fuerte)
    Veo difícil lo de verse. Quizás para la boda del peque, si me invita, claro.

    Besitos, guapo!

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