Me gusta oír a uno
pedir a voces vino
mientras que su vecino
se cae en un rincón
y otros ya borrachos
con trino desusado
cantan al dios vedado
impúdica canción.
Me gustan las queridas
tumbadas en los lechos
sin chales en los pechos
y flojo el cinturón
mostrando sus encantos
sin orden el cabello
al aire el muslo bello
¡que gozo! ¡que ilusión!
No hay comentarios:
Publicar un comentario