domingo, 14 de junio de 2009

La tercera cerveza


Estoy muerto de calor, me falta el aire y mi tensión arterial está alterada. Llevamos unos días con más de 30 grados de temperatura, algo impropio en esta ciudad y en estas fechas. Mañana habrá un descenso brusco del termómetro, sobre unos diez o doce grados menos, y lluvia. Por estos lares la cosa funciona así, de un día para otro subimos o bajamos de diez en diez o de quince en quince. No da tiempo al cuerpo a aclimatarse y los catarros están a la orden del día.

Esta semana que finaliza he tenido en casa a mi hijo Carlos de puente y a mi hija Mónica disfrutando en las calas de Menorca. ¡Qué coño, que disfruten! Yo por mi parte sigo con mi puta monótona vida sin que la diosa Fortuna se apiade de mí. Así que mis ratos de ocio los lleno con visitas a los bares, paseos y lectura, mucha lectura, toda la que puedo.

En estos momentos estoy leyendo “Islas a la deriva”, de Ernest Hemingway lo que me está proporcionando momentos de disfrute en las aguas del Caribe, en la isla de Bimini y en Cuba. Me he unido a los protagonistas en sus jornadas de pesca, en sus días de sol y playa, y en sus bebidas a base de ron, ginebra y los afamados daiquiris de La Floridita de La Habana. Al menos, he podido combatir el calor con un poco de imaginación.

Y para combatir el calor buena será una cerveza bien fresca. Esto viene a cuento de lo que decía Macon Muerto, alias Lechero, el protagonista de “La canción de Salomón”, de Toni Morrison, a propósito de su larga relación con su prima Agar, de la que ya empezaba a cansarse: “Ella era la tercera cerveza. No la primera, que la garganta recibe con una gratitud casi llorosa. Ni la segunda, que confirma y aumenta el placer de la primera. Era la tercera, la que se bebe porque se tiene delante, porque no puede hacer ningún daño, y porque después de todo, ¿qué más da?”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario