martes, 13 de enero de 2009

¡Allí... estaba Mariano!

Del colegio de curas, de cuyo nombre no quiero acordarme y al que asistí en mi infancia y adolescencia, guardo muy malos recuerdos. Vamos, que si ahora me encontrara con algunos de aquellos cabrones que me dieron clase podían llover hostias. Nos puteaban de continuo, repartían leña, y a la hora de impartir conocimientos eran unos auténticos tarugos.

Lo mejor del colegio eran por supuesto los recreos, y cuando te encontrabas de nuevo en la calle fuera de aquellos muros de ladrillo cuartelero y dilapidabas tu menguada paga en el carrito de Mariano, el pipero. Allí, podías encontrar todo lo que un chaval de la época pudiera ansiar; lo que faltaba siempre era dinero.

Pero Mariano también cumplía una gran labor, entre social y deportiva, era el recogepelotas oficial del colegio. Cada vez que una pelota atravesaba el muro e iba a parar a la calle se oía un grito unánime: “Marianoooooo......pelotaaaaaa” y el bueno de Mariano se aprestaba a recogerla y de un gran puntapié la introducía de nuevo en el patio del colegio para que pudiera continuar el partido de fútbol.

Al otro Mariano lo conocí con 16 años. Regentaba la cafetería y restaurante del Casino de León y Club de Tenis Peñalva. Era el “alma mater” de aquella Sociedad. Hombre afable, cortés, buen conversador y gran profesional lo tenías a tu disposición en cualquier momento que precisaras. Qué gratos recuerdos. Fue la década prodigiosa, la de los felices 60, la de la apertura hacia el exterior y la de los planes de desarrollo.

Mariano, se acompañaba detrás de la barra de su hijo Jose y de Luis, ambos grandes profesionales. La cocktelería no tenía secreto para ellos: compuestas, ginfish, martinis, leche de pantera, etc. en sus manos eran una delicia. ¡Joder como lo añoro! Allí nos hicimos hombres, amamos, bailamos, nos bañamos, conversamos, nos emborrachamos y por encima de todo nos divertimos, lo pasamos de puta madre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario