lunes, 16 de marzo de 2009

Colegialas

Hace unos días tuve un sueño muy extraño. El túnel del tiempo me había devuelto a 1992 y me encontraba de nuevo dando clases en la Escuela de Secretariado de Dirección y Marketing, cuando un día, al concluir las clases, fui privado de mis sentidos tras ingerir un bebedizo que me ofrecieron unas alumnas disconformes con las calificaciones que les había otorgado.

Me despierto sobresaltado al oír unos quejidos y me veo tirado, atado y amordazado junto a la vía del tren, contemplando a las dos malvadas alumnas que me habían drogado, reírse mientras se alejaban fumando dejando atravesada en medio de la vía, atada de pies y manos, a la Directora del Centro transformada en una suplicante monjita.

Yo me encontraba paralizado y horrorizado imaginando el triste final que le esperaba a la muy puñetera. Temiendo lo que pudieran hacer conmigo traté desesperadamente de quitarme las atadaduras que me sujetaban los pies y las manos. No me dió tiempo, pues al llegar a mi altura las criaturas me propinaron un tremendo golpe en la cabeza que me dejó de nuevo sin sentido.

Pasados unos minutos, recobro el conocimiento y veo a mis alumnas convertidas en delicadas colegialas japonesitas uniformadas.

Miro a mi alrededor y cientos de colegialas niponas me observan entre curiosas e indiferentes. Trato de escapar, pero se abalanzan sobre mí y me introducen en un edificio muy grande parecido a una Escuela, pero sin aulas.

Una vez dentro, se hace el silencio y entre el gentío surge la esbelta figura de una preciosa colegiala que me indica que me acerque. Cuando me encuentro frente a ella, compruebo asombrado que se trata de la monjita que quedó abandonada a su suerte sobre las vías del tren.
Sin tiempo a reponerme, me veo obligado a arrodillarme frente a ella, mientras una colegiala de cara angelical y portando una “katana” se dispone a decapitarme. Intento suplicar por mi vida, pero no me sale ningún sonido. Y de repente, una musiquilla pegadiza me despierta, empapado en sudor y con un susto de muerte, mientras el móvil continúa sonando.

¡Joer con las colegialas! Las niponas, las españolas, todas. La madre que las parió, que mal rato me han hecho pasar. Con lo que a mí me ponen, con esas falditas cortas y abiertas por un lado. Pero ya no quiero saber más de ellas, no pienso ni mirarlas. ¡Qué susto me han dado!            

8 comentarios:

  1. Las falditas, las trencitas las piruletas... Je je je. Vaya mal rato eh! Qué cenarás amigo Carlos, qué cenarás ja ja ja Para que pases tan mala noche... Que la de hoy sea mejor y no de colegialas "castigadoras"

    ResponderEliminar
  2. Pues aunque no te lo creas, todas las noches mi cena consiste en un yogourt desnatado y un tacita de compota de manzana.

    Que conste que tuve dos alumnas, muy buenas personas e inteligentes por cierto, que asistían a clase con unas minifaldas para quitar el hipo, y vacilaban mucho conmigo.

    A una de ellas, la veo de vez en cuando con su hijita, ya que vive cerca.

    Pero tengo que aclararte que mis alumnas superaban todas los 17 años y sabían más que Lepe. Fué una experiencia bonita.

    No suelo tener sueños raros. La verdad es que duermo muy bien.

    Me alegro de que te encuentres tan animada estos días.

    Un besote

    ResponderEliminar
  3. igual yo tuve amigas colegialas, y eran muy buenas chicas y geniales....

    ResponderEliminar
  4. ya sabes despues de (joder) come frutas y toma agua para no sufrir consecuencias mas tarde un saludo, se despide su amigo Miku

    ResponderEliminar
  5. jajajaj chido la chava he ps .............

    ResponderEliminar
  6. saquen su foto de ustedes atadas pero en faldas

    chau preciosas el titulo de su esto para encontrarlas que sea r

    ResponderEliminar