viernes, 13 de marzo de 2009

La niña mala


Acabo de regresar de mi paseo y me encuentro hecho unos zorros. Hoy me ha costado un montón terminar los cuatro kilómetros Puede haber influido el buen tiempo o tal vez la pelada que me he metido hoy en la peluquería que me ha dejado como a Sansón, sin fuerzas. Decidido, me voy a cortar el pelo al cero cada dos meses. Más fresquito, no hay que peinarse, y según dicen a las mujeres les pone una calvorota madura. ¿Por qué será?

Esta semana he abandonado un poco el blog. El ritmo que llevaba no hay quien lo aguante, ni mi mollera da más de sí. He continuado con la lectura de “Travesuras de la niña mala”, de Vargas Llosa, que me está gustando mucho. Ahí dejé el otro día a Ricardo–el prota- en el Londres de la segunda mitad de los sesenta, rodeado de hippies, alternando con su residencia en París, en plena ebullición de la revolución estudiantil de mayo del 68.

Además estoy intentando escribir un cuento. Llevo escritas dos páginas y voy a dejarlo reposar pues está tomando tintes de argumento de telenovela. Lo he titulado “Luna”, y describe las peripecias de una joven madre soltera que tiene una doble vida. De momento, escribo lo que se me va ocurriendo, sin guión previo, y puede resultar cualquier cosa. Igual me cabreo y empiezo a matar  gente, o me siento generoso y les alegro la vida con sexo a mogollón. O puede ocurrir que me aburran y los envíe a tomar por el culo a una lejana Galaxia. Ya veremos, según me dé. Si llego a concluirlo, tengo pensado colgarlo en el blog por capítulos, para no cansar al personal y de paso mantener un cierto suspense.

Estos días han sido muy tranquilos, sin sobresaltos. Me he afanado con mi trabajo, he tomado mis vinos y como un poco de todo, pero a nivel minimalista. El peso sigue puteándome, pero he decidido no encabronarme. Un día subo y al siguiente bajo, como en la ola. Sigo pasando de la televisión y de las noticias. Me limito a ojear los titulares de las ediciones digitales de algunos Diarios. Total, para lo que dicen. Siempre con las malas noticias a cuestas. ¡Anda que les den! Me refugio en los sueños, en el erotismo de la niña mala.

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