lunes, 16 de febrero de 2009

Cambio de ruta

Son las nueve y media de la noche y acabo de regresar a casa después de haber dado un buen paseo en compañía de mi amigo. Hoy el recorrido ha sido diferente, por otras calles, sin la ropa habitual, pero de la misma duración y distancia. Hay que ver cuan cambiada encontré la zona, desde que la visité por última vez hará unos cuatro o cinco años, con un nuevo Pabellón de Deportes, más viviendas, calles y rotondas de nuevo trazado, pese a lo cual sigo prefiriendo mi ruta habitual.

Cuando me acompaña Jose, los temas de conversación son los mismos. Hoy no había mucho de que hablar, ni tampoco ganas de filosofar. Nos conocemos desde los 18 años y compartimos amistad sabiéndonos muy diferentes y de ideas radicalmente distintas en muchos temas, pese a lo cual hemos sabido mantener la amistad en la distancia, siendo distintos los problemas personales de cada uno. Él está soltero y vive en Madrid, yo casado y resido en León. Es el vivo ejemplo de una amistad forjada de ideales en la juventud.

Por lo demás, el día comenzó con la marcha de mi hijo a, Asturias, por motivos de trabajo. Preocupación y desasosiego hasta que nos llama para decirnos que ya se encontraba en Madrid, cansado, con 450 kilómetros a la espalda conduciendo. Esta semana parece ser que sólo tendrá que ir a una obra cerca de Madrid, el resto del tiempo lo pasará en las oficinas, gracias a Dios. Llevamos muy mal que tenga que utilizar el coche tanto.

Cumplimento los boletos semanales de las apuestas de la primitiva, etc. con la esperanza de que esta vez voy a resultar agraciado con unos cuantos millones con los que poder retirar a mis hijos, comprar unos pisitos y dedicarme por completo a disfrutar de la buena vida, a escribir, viajar, y vaya usted a saber que mas cosas se me ocurriría hacer. Lo malo es que el refranero popular nos dice que: “Jugar por necesidad es perder por obligación”. Pero soy muy tozudo. Y por supuesto no podían faltar los correspondientes vinos en compañía de mi mujer.

Ayer por la noche, mi hija me comentaba su experiencia de fin de semana en Valladolid. Había llegado a la conclusión de que lo de la maternidad no era para ella, a pesar de reconocer que sus amigas eran felices. Para uno o dos días bien, pero que después se sentía agobiada. Lo de ser abuelo lo tengo bastante difícil, al menos por esta parte. Aunque bien pensado, y tal como está el panorama no se que es mejor. La verdad, es que tanto a mi mujer como a mi nunca nos ha obsesionado el tema. ¡Que sea lo mejor para ellos!

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