domingo, 8 de febrero de 2009

¡Que nos quiten lo bailao!


Hoy ha sido un día de añoranzas. A pesar del tremendo frío –cinco bajo cero de madrugada-, he conseguido llevar a buen puerto lo que tenía programado. He limpiado mi escritorio de papeles y documentos que tenía amontonados desde hacía meses, los he archivado en sus respectivas carpetas, he planificado el trabajo para la próxima semana y realizado las compras habituales que tengo para mí reservadas: tabaco y agua mineral. Y como es obligado compartí con mi mujer el aperitivo.

Por la tarde, sin poder echarme un rato la siesta, fui a por el coche y recogí a mi mujer poniendo rumbo a “Carrefour”. Resulta que mi mujer había visto, entre la publicidad que nos buzonearon, una oferta muy interesante de un mueble para la cocina. Lástima que estuviera agotado. Hicimos la reserva y no habrá más remedio que desplazarse a por él otro día. Para no marcharnos de vacío, mi mujer compró una batidora que le hacía falta. Y de regreso a casa nos obsequiamos con otro aperitivo.

Digo lo de las añoranzas, porque estuvimos recordando lugares de grato recuerdo frecuentados durante nuestros primeros años de casados en Madrid. Mi mujer hasta se acordaba de lo que había comido en La Trainera al día siguiente de nuestra boda, que vino a ser la única celebración de postín que nos pudimos permitir. No había dinero para el viaje de novios, que aún tenemos pendiente.

Recordamos establecimientos como La Yema de Oro, Tony`s, Las Vidrieras, el Marbella, el restaurante italiano de Antonio Gades, el Al-Mounia, El Cacique, Tejas Verdes, los Mesones de la Tortilla, del Champiñon, Parsifal, y tantos otros. Los “Coco-Locos”, San Franciscos, Dry Martinis, Compuestas, los cabarets de la Castellana y de la Gran Vía, los cafés cantantes y los cafés teatro, los teatros y los cines, las escapadas a Miraflores de la Sierra, la boda de Félix, la tienda de patés de los argelinos y la de la pasta fresca.

Llegamos a la conclusión de que habíamos vivido y disfrutado a tope dentro de nuestras posibilidades. Está bien eso de recordar, de vez en cuando, los buenos ratos pasados. Es un ejercicio mental muy eficaz para levantar el ánimo cuando flojea. Nos quedamos mucho más tranquilos al darnos cuenta que, si bien los años no pasan en balde y hemos atravesado una mala racha, supimos aprovechar todas las ocasiones que se nos presentaron para divertirnos y ser felices. Y como se suele decir, ¡que nos quiten lo bailao!

1 comentario:

  1. Cuando abro la caja de las fotos, se me disparan los recuerdos...
    Cuántas cosas que hemos hecho!!! Y las que nos quedan.

    Che, soy la única que habla aquí? Es como hablar con las paredes, jeje!

    Le voy a recomendar un blog, a ver si le gusta:
    http://unapobrepensionista.blogspot.com/

    Que tengan un feliz domingo!!

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