miércoles, 4 de febrero de 2009

Estraperlo


El diccionario de la Real Academia Española lo define como “comercio ilegal de artículos intervenidos por el Estado o sujetos a tasa”, “conjunto de artículos que son objeto de dicho comercio”, “chanchullo, intriga”. El nombre se deriva de “estraperlo”, nombre dado a cierto juego fraudulento de azar, que se intentó implantar en España en 1935.

El señor Strauss era un empresario de juegos de azar en la ciudad de
Niza (Francia). Tenía un socio que se llamaba Perlowitz. Habían inventado una ruleta eléctrica (a la que llamaban straperlo, uniendo así sus dos apellidos), de la que decían que era un juego de sociedad y habilidad y aseguraban que no intervenía para nada el azar sino la vista y la rapidez en el cálculo. Fue un timo desde el principio; era una ruleta trucada. El señor Strauss era holandés, y fue expulsado de este país a raíz de dicho timo.

Strauss y Perlowitz pensaron entonces en introducir su invento en países donde el juego de azar estuviera prohibido, alegando la afirmación antes dicha. Strauss llegó a
España (donde estaban prohibidos los juegos de azar) con este propósito a finales del año 1933. Instaló su ruleta en Sitges (municipio español perteneciente a la provincia de Barcelona), pero al poco tiempo tuvo que marcharse de allí por orden de la Generalitat de Cataluña, que no lo consintió.

Llegó entonces a
Madrid y allí se puso en contacto con Aurelio Lerroux (hijo adoptivo del político Alejandro Lerroux). Le contó el asunto de la ruleta y le pidió que le proporcionara una entrevista con el ministro de la Gobernación, Salazar Alonso, para que le autorizase la puesta en marcha en el casino de San Sebastián. Fue autorizado en Madrid y también en San Sebastián por el subsecretario de Gobernación de esta ciudad. Pero a las pocas horas de la instalación apareció la policía y cerró el local. No se rindió el señor Strauss y viajó con su máquina de fraude a Formentor (Mallorca). Allí también llegó al poco tiempo la prohibición.

Después de este último fracaso, el inventor escribió una carta con quejas al presidente de la
Segunda República, don Niceto Alcalá Zamora, reclamando además una indemnización de 85.000 florines. Alcalá Zamora pasó el asunto a Joaquín Chapaprieta, que por aquel entonces era el Ministro de Gobernación. Se puso entonces en marcha una investigación y una comisión para responsabilidades y se descubrió que había gente importante implicada en el fraude de la ruleta, empezando por el hijo adoptivo del ministro de Estado, señor Lerroux, y más gente del partido radical.

La situación fue aprovechada por la oposición de izquierdas, con
Manuel Azaña y Prieto a la cabeza, que consiguieron deshacer el Partido Radical y el Partido Republicano, a la vista de tanto escándalo, además de cesar de sus cargos los implicados. Esto dejó el centro político sin representación y potenció a los extremistas de izquierda y de derecha. La polarización que este escándalo causó fue una de las causas de la guerra civil.

A raíz de estos sucesos, el nombre dado a la ruleta, straperlo (españolizado a
estraperlo), pasó a designar cualquier negocio sucio y lucrativo. Durante la guerra civil y la posguerra se empezó a llamar estraperlo a las operaciones de mercado negro realizadas con comestibles y artículos de primera necesidad, que escaseaban. Hubo bastante gente que se enriqueció con el famoso estraperlo. La palabra tuvo además una gran aceptación, fue del dominio público y pronto apareció en disposiciones oficiales.


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