martes, 17 de febrero de 2009

Con hambre y de mala leche

Por fin he reanudado mis paseos nocturnos en solitario y equipado para la ocasión. Nada nuevo que reseñar, todo sigue en su sitio. Temperatura de 8 grados y bajando. Estrené los guantes y el gorro de lana que compré el otro día en el “Rastro” y presiento que aún voy a usarlos bastante. ¡Qué ganas tengo de poder pasear más ligero de ropa! A medida que se vayan alargando los días el paseo me resultará más agradable y llevadero.



He comenzado de nuevo, por enésima vez, la dieta de adelgazamiento. No puedo seguir más tiempo así, tengo que volver por lo menos al peso que tenía hace once años al salir del Hospital. Me sobran 8 kilos y hoy se ha iniciado la cuenta atrás. No quiero más disgustos diarios después de pesarme, ni contemplar en el espejo mi cuerpo desnudo de perfil, semejante al de una mujer embarazada de nueve meses. Si llegara a conseguir tener el vientre liso sería la persona más feliz del mundo y me habría quitado de golpe todos los kilos que me sobran y algunos más.

Voy a pasar mucho hambre y estaré de mala leche todo el día complicando la existencia a los que me rodean. Lo siento, pero no puedo hacer otra cosa. Los cachondos de los médicos me dicen que no me obsesione, que la sensación de hambre parte del cerebro, que controle mi mente. Como si fuera tan fácil, cuando te sientes desvanecer y las tripas se hacen notar. Solo espero tener la misma fuerza de voluntad que la vez anterior, cuando conseguí adelgazar en un año 20 kilos. Para ello no debería sobrepasar las 1000 calorías de ingesta diaria, lo que a simple vista me parece poco menos que imposible en esta ocasión.



Al parecer mis cuatro kilómetros de marcha diaria no contribuyen a bajar peso, lo que logran es hacer trabajar al corazón y a todo el sistema cardiovascular que en mi situación no es poco. Al contrario, aumentan la masa muscular, me ponen más cachas. ¡Si al menos no me estuvieran vetados los ejercicios en la tabla de abdominales! Mi mayor obsesión es reducir cintura y barriga, por motivos prácticos –muchos pantalones no me sirven-, y estéticos que a uno aún le gusta presumir. ¡Y pensar que cuando era joven creían que tenía la solitaria de lo delgado que estaba, a pesar de lo mucho que comía!

Desde aquí, emocionado y famélico, envío un saludo a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, que en estos momentos pasan hambre en el mundo por querer adelgazar. Digamos todos juntos: “Nosotros sí podemos, lo vamos a conseguir”. Y tú no te rías, que esto es muy serio coño.

1 comentario:

  1. juasss!!! Cómo supo que me estaba riendo???

    Pobret!! como una embarazada de nueve meses, ajaja! Yo por eso ni me miro, que sino no saldría a la calle.

    Como no pude tomar esta mañana mate, lo estoy tomando ahora, total...es igual.

    Mucha fuerza!

    ResponderEliminar