sábado, 28 de febrero de 2009

Comer, no comeremos pero...


Ayer, el comercial de ONO me preguntó a qué hora podría venir a casa el técnico a arreglar la avería. Le contesté que a partir de las cuatro de la tarde y que llamara antes por teléfono. Parece ser que el susodicho comercial, además de gilipollas era sordo, ya que a las nueve de la mañana y sin previo aviso se presentó el técnico en casa. Menos mal que en cosa de veinte minutos nos dejó funcionando todos los canales.

Después de esto, auguraba un buen día. Resultó sólo discreto. Poca eficiencia en el trabajo, los vinos de rigor y la comida de régimen. La tensión arterial volvió a la normalidad y logré bajar de peso 400 gramos. No me eché la siesta ya que quería adelantar el trabajo para cuando llegaran de Madrid mis hijos. Carlos lo hizo a las 18,30, con el cansancio lógico después de conducir durante más de cuatro horas los 350 kilómetros. Mónica, que venía en el ALVIA, llegó también cansada a las 21,30, coincidiendo con mi regreso del paseo.

De nuevo he vuelto a coger el ritmo, y van cinco días seguidos machacándome el body. Durante el paseo de hoy me entretuve, como la lechera del cuento, en discurrir cómo iba a emplear los millones de euros que me iban a tocar en el sorteo del Euromillones, para aumentarlos aún más y poder disfrutar de todos los placeres de la vida. Como juego todos los días, en cada paseo me esfuerzo por ser cada vez más original.

Hoy me vi disfrutando al lado del mar, en un pueblecito andaluz, con casa de patio florido y fuentes cantarinas y con salidas diarias al Mediterráneo en mi poderoso yate. Hasta soñé rasgando compases melódicos a la guitarra. Y naturalmente después de haberme solazado en mi ciudad natal con los consabidos “cortes de manga” dedicados a todos aquellos conciudadanos que no me caen bien, o que me hicieron alguna putada.

Y en esas estoy, cuando mi mujer me planta la bandejita con la consabida cena liviana: tortilla francesa, manzana y yogourt desnatado Vitalinea. Ingiero mis tres pastillas nocturnas cual drogata consumado y trato de pensar que me he saciado. ¡Y una mierda! Imposible misión. Me pongo delante del ordenador con la esperanza de que al escribir para el blog consiga distraer el hambre que me mortifica y recuerdo aquel dicho de que “comer no comeremos, pero joder lo bien que lo pasamos”.

2 comentarios:

  1. Yo a la cena quizás le agregaría una ensaladita, o una sopa/caldo de verduras. Luego un té, como para ir engañando el estómago.

    Usted se acuesta muuuy tarde y claro que le volverá a dar hambre.

    Muy bien por esos 400g., ya me gustarían a mí :)

    Besitos

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  2. Uy ronucar...que ese pasar hambre..va a acabar contigo.

    No trasnoche Ud.

    besitos.

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