jueves, 12 de febrero de 2009

El Rosario de la Aurora

En mi época de escolar, en el Colegio de los Agustinos, trataban de meternos la religión a la fuerza, por todos los medios imaginables. Ahora me viene a la mente aquellos solemnes “Rosarios de la Aurora”, en donde medio dormidos y ateridos de frío iniciábamos la procesión al amanecer, previa toma de lista de asistencia, recorriendo diversas calles de la ciudad en los meses de abril y mayo. Venga rezos de rosarios, toma cánticos, seriedad y marcialidad en el paso, y todo ello ante la mirada cómplice de beatas madrugadoras y transeúntes escépticos camino de sus trabajos.

Menos mal que a su conclusión, y después de asistir a la misa en la Iglesia del Colegio, se nos concedía como medida de gracia una hora de asueto antes de iniciar las clases, lo que algunos solíamos aprovechar para acercarnos a la churrería más próxima a darnos un pequeño festín del apreciado manjar acompañado del preceptivo chocolate. Con el estómago lleno y calmado el frió, iniciábamos otra aburrida jornada lectiva. ¡Coño con los curas, si al menos hubiéramos acabado a farolazos nos hubiéramos divertido un rato!



Al parecer el dicho popular “Acabar como el Rosario de la Aurora”, tiene su origen en lo acontecido en un pueblecito de la provincia de Cádiz, en donde existía una cofradía conocida como el Rosario de la Aurora. Sus componentes salían en procesión de madrugada, rezando el rosario a la luz de un farol. Pero, al igual que los cofrades, abundan los camorristas. Y hubo una madrugada en que los devotos se cruzaron con un grupo que los provocó de tal manera que la cosa acabó a farolazos.

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